domingo, 17 de junio de 2018

Sobre las elecciones atípicas en Cartagena

El pasado 6 de mayo se realizaron elecciones atípicas en Cartagena para la alcaldía. Los resultados no rompieron la tendencia que se ha marcado en Colombia durante décadas. Nuevamente ganó la abstención electoral. De 749.593 posibles votantes, solo 169.835 (22.65%) lo hicieron, lo que equivale a que la abstención fue del 77,35%. O lo que es lo mismo, que al nuevo alcalde de Cartagena lo “montaron” con 72.111 votos que equivalen a apenas el 9.6% del total del censo electoral en dicha ciudad. Ante esto nos podemos preguntar, ¿por qué la abstención electoral es tan alta en Cartagena? Veamos algunos hechos antes de responder este cuestionamiento.
Es necesario un rápido repaso por el historial de alcaldes que ha tenido Cartagena desde el 2012 cuando fue elegido Campo Elías Terán, el cual dejó en encargo a dos de sus secretarios para hacerse un tratamiento de una enfermedad que lo aquejaba y de la cual finalmente murió. Es así como Felipe Merlano y Óscar Brieva ocuparon dicho encargo. Después de esto, la Contraloría le abrió un proceso a Terán y fue designado temporalmente Bruce Mac Master.
Después designaron al ya también fallecido Carlos Otero quien ocupó dicho cargo hasta mediados de 2013, momento en el cual se realizaron elecciones atípicas y quedó nombrado Dionisio Vélez. En 2015 Manuel Duque ganó las elecciones, pero también fue suspendido por la Procuraduría gracias al desplome de una construcción ilegal en el barrio Blas de Lezo que dejó 21 muertos y hoy se encuentra preso. El nuevo alcalde sería Sergio Londoño en mayo de 2017 designado por Juan Manuel Santos, pues es amigo cercano de su hijo Martín Santos y nieto de Teresita Román de Zurek, que fue dueña de la gaseosa Kola Román. En mayo de este año se realizaron elecciones atípicas de las cuales el beneficiado fue Antonio Quinto Guerra Varela. Destituciones, nombramientos a dedo, muertes…esa es la historia de las alcaldías en Cartagena en los últimos años.
¿Y quién es Antonio Quinto Guerra Varela? El actual alcalde, amigo de un grupo importante de empresarios cartageneros (Roberto Gedeón –sector automotriz- y Ricardo Segovia), fue cuatro veces concejal por el Partido Conservador. Sin embargo es apoyado por diferentes senadores del Partido liberal, de la U, de Cambio Radical y obviamente de su partido, además de 11 concejales que hoy están presos por participar en la elección irregular de Nubia Fontalvo como contralora distrital. Es de la mano de Manuel Duque también exalcalde del que ya dijimos que se vio involucrado en el desplome fatídico sucedido en el barrio Blas de Lezo. También es respaldado por la polémica familia Char de Barranquilla y por la familia Blel (incluyendo al excongresista Vicente Blel condenado por parapolítica). Es decir, la maquinaria politiquera fue aceitada con el lubricante del capital, lo que llevó a que las mafias y los ricos tradicionales de Cartagena nombraran a Quinto Guerra como el nuevo alcalde, con menos del 10% del caudal electoral. La democracia de los ricos es un negocio y esta vez no fue la excepción. En Cartagena se pueden nombrar por ejemplo dos grandes proyectos que moverán multimillonarias ganancias como lo son el Plan Maestro de Drenajes Pluviales que costará 1,5 billones de pesos y las obras de protección costera que está por 160 mil millones de pesos. Es decir, que el grupo económico que se quedó con esta alcaldía, se quedó ¡con un negociazo!
La abstención electoral para esas elecciones atípicas fue una de las más grandes en la historia del país. El pueblo cartagenero se está hartando de las marrullas y movidas de los empresarios y mafiosos para comprar votos. Muy particular fue la respuesta del nuevo alcalde frente al cuestionamiento sobre la alta abstención que hubo, frente a lo cual Quinto Guerra afirmó groseramente que “yo que voy a saber quién votó por mí, yo no tengo la capacidad de ser brujo”.
Ahora falta ver que sucede con el alcalde electo Antonio Quinto Guerra, ya que la Procuraduría General solicitó anular su elección ante el Tribunal Administrativo de Bolívar por celebración de contratos con el Ministerio de Vivienda, considerando que su actuación frente a la comunidad en torno a obras y proyectos de desarrollo marcaban una ventaja considerable frente a los otros candidatos. Otro politiquero más que debe soportar el pueblo cartagenero, otro que viene tras los negocios y el dinero que pueda sacar de contratos para su bolsillo y el de sus benefactores, porque sí, la política para estos individuos se reduce a los negocios que se puedan hacer desde los puestos públicos.
Sin embargo, en Cartagena también hay destellos de consciencia contra la farsa electoral. “Sacar la politiquería del barrio” hizo parte de los objetivos de un grupo de jóvenes, de presidentes de las Juntas de Acción Comunal y de habitantes que en enero de este año se organizaron por barrios para expulsar la propaganda politiquera que habían puesto en parques y plazas cercanas a sus sitios de vivienda, con pintura en mano cubrieron todas las paredes en las que aparecian las campañas de candidatos a al senado y cámara; cansados de sus promesas, de sus mentiras y de sus robos, por ejemplo, en los registros aparecía que en el barrio Los Almendros las obras de mejora del parque ya aparecían empezadas y terminadas, pero en el parque no se había realizado absolutamente nada. Los Almendros, Bayunca (sin alcantarillado pero inundado de propaganda politiquera), Manga, Paraguay, El Reposo, Nuevos Jardines, Alto Bosque, Ronda Real…son algunos de los barrios en los cuales el pueblo se pronunció en contra de la farsa electoral, de la corrupción y de los politiqueros, pues según una habitante del barrio Paraguay “el inconformismo es porque los políticos solo aparecen en esta época y cuando son elegidos no hacen nada”.
Lo de Cartagena es solo una muestra de los que sucede en el resto del país. Basta recordar que en las pasadas elecciones a senado y cámara hubo un 53% de abstención electoral. En general el pueblo no confía en la democracia de los ricos y por eso no sale a votar. Igualmente la campaña para pintar los muros y sacar la politiquería de los barrios es una de las muestras que van apareciendo en diferentes lugares del país. En las elecciones pasadas, fue significativa la protesta realizada en Salahonda (Nariño) en donde el pueblo saboteó las elecciones quemando los tarjetones y convirtiendo la jornada electorera en una de lucha en contra de los incumplimientos por parte del Estado. Por lo tanto es mentira que el pueblo no vote porque no le interesa la política, o porque sea perezoso o ignorante. Se trata de que el pueblo confíe cada vez menos en los politiqueros, en sus podridos Partidos mentirosos y al final, en la democracia que manejan los grandes ricos del país. Sin embargo, esto no es suficiente.
Es necesario convertir estos destellos de rebeldía espontanea en lucha organizada y directa contra todo el poder del Estado de los ricos. Esto implica crear comités antielectorales por ciudad, por barrio y organizar la lucha directa del pueblo que confía cada vez menos en los politiqueros. La lucha directa implica convertir en boicots antielectorales lo que se hizo en Salahonda y generalizarlos por todo el país. Pero sobretodo, preparar y organizar huelgas en las principales ramas de la producción,  ya que al afectar las ganancias de los ricos el Estado se ve más presionado para acceder a las exigencias legítimas del pueblo.

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