viernes, 19 de enero de 2018

Balance del 2017 y Perspectivas del 2018


2017 fue un año turbulento, en el plano internacional, continuó la preparación de una nueva guerra por parte de las potencias imperialistas Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Alemania; de ello fuimos testigos con la creciente escalada armamentista y ensayos nucleares por parte de todos ellos y sus lugartenientes en los países oprimidos como India, Irán, Korea, con disputa por territorios y zonas de influencia en todo el mundo, así como la agresión a los pueblos, especialmente en el Medio Oriente.

A estos hechos dramáticos se sumó la progresiva destrucción de la naturaleza, producto la voracidad de los monopolios que amenazan con acabar la vida misma en el planeta; vimos huracanes, tormentas, terremotos y maremotos, devastación de territorios, sequías e inundaciones... fenómenos que no son exclusivamente naturales, sino también consecuencia de la terrible catástrofe que causa el sistema capitalista y que exigen frenar radicalmente la destrucción de la naturaleza.

Además de esto, observamos un ahondamiento de la crisis social mundial destacando la polarización general de la sociedad con una mayor concentración de la riqueza en unos cuantos magnates y grupos monopolistas, mientras se concentró aún más el hambre y la miseria de lado de los trabajadores; millones de inmigrantes se desplazaron por el mundo huyendo de las guerras y la miseria; a la vez que creció la agresión y las vejaciones contra las mujeres y los niños, víctimas principales de la putrefacción social ocasionada por el sistema descompuesto.

Estos hechos no son anuncio del apocalipsis ni del fin del mundo como anuncian algunas sectas religiosas; no obedecen a la conspiración de los illuminati como pregonan otras, ni significa la hecatombe como concluyen algunos intelectuales que solo miran la oscuridad y no ven el futuro… ¡Nada de eso!, todos estos acontecimientos son manifestaciones de la profunda crisis de un sistema agonizante y decadente que ya nada bueno tiene que ofrecer a la humanidad, por eso no puede ser reformado como proponen todos los politiqueros y reformadores, pues significa prolongar su agonía y los sufrimientos de la sociedad y la naturaleza. Es un sistema que definitivamente debe ser derribado con la fuerzas de las clases trabajadoras y los pueblos del mundo para construir un nuevo sistema económico, social y político basado en la cooperación y la solidaridad internacional de los pueblos, bajo la dirección de los propios trabajadores.

Y es que a pesar y a la par de los terribles sufrimientos a que son sometidos los trabajadores, las fuerzas de la revolución fueron evidentes con huelgas y levantamientos en todos los países, resistencia armada de los pueblos agredidos y guerras populares que advierten el surgimiento de la nueva sociedad como demuestran los obreros y campesinos en la India.

No por casualidad, en todos los países se agitaron las banderas de la revolución mundial el 1º de Mayo donde los trabajadores de todo el mundo se hicieron escuchar; tampoco fue casual que los obreros alrededor del mundo celebraran el Centenario de la Revolución de Octubre en Rusia, aprendiendo de sus valiosas enseñanzas, donde la lección más importante es la posibilidad cierta y real de que los de abajo (la gente sencilla del pueblo) pueden y están llamados a dirigir la sociedad.

En lo que respecta a Colombia el 2017 no escapó a la turbulencia que sacude al mundo. A pesar del sonado acuerdo de paz entre el gobierno y los jefes guerrilleros de las Farc y la visita del Papa… esa paz pactada por los de arriba no ha detenido la guerra contra los pobres; por ejemplo la restitución de tierras y la reparación de las víctimas anunciadas con gran alborozo, significó en el 2017 el asesinato de cientos de reclamantes de tierras que en cifras de El Tiempo hasta finales de diciembre sumaban 105, cuyos móviles fueron calificados cínicamente por el ministro de defensa como líos de faldas, a la par que fueron legalizadas las tierras a favor de los usurpadores beneficiarios de la guerra, entre los que se cuentan los grupos Santodomingo, Ardila Lulle, Sarmiento Angulo, el Grupo Empresarial Antioqueño – GEA y varios monopolios imperialistas.
Así mismo,  el progreso y la prosperidad prometidos con el postconflicto solo cobijan a las familias que encabezan los grupos monopólicos y se apoderan de todo cuanto produce el pueblo colombiano, cuyas condiciones de vida y existencia son cada vez más precarias: desempleo y despidos masivos, salarios de hambre, tercerización laboral, alza en los servicios públicos y aumento de los impuestos, crisis de la salud y la educación, aumento de la delincuencia y la indigencia, hambre y sed en medio de la riqueza y la abundancia en regiones como La Guajira y el Chocó…

Fue también noticia cotidiana la corrupción que carcome el Estado, como una de las manifestaciones de la podredumbre general de la sociedad dirigida por los capitalistas, de la cual no escapan ni la presidencia, ni las altas cortes y llega hasta los funcionarios de más bajo rango como dejaron en claro los escándalos de Odebrech, Reficar, Interbolsa… por mencionar solo unos cuantos.

En medio de esta turbulencia, vimos que se agudizó la criminalización a toda forma de protesta y rebeldía popular, con el envío de las tropas de la Policía, el Esmad y el Ejército a aplastar con la fuerza las justas manifestaciones del pueblo que no se resigna, no se rinde ni se vende. Mientras se le da trato militar y se criminaliza la justa rebeldía del pueblo, y se persigue encarcela y asesina a sus dirigentes, son absueltos los grandes criminales de cuello blanco y la burocracia estatal ladrona y corrupta al servicio de los monopolios.

Así, éste valeroso e indomable pueblo persiste en el camino de la lucha como lo demostraron los paros generales en Chocó y Buenaventura, la movilización permanente de las comunidades indígenas en el Cauca en defensa y recuperación de sus tierras, la resistencia de los campesinos cocaleros a quienes prometieron la sustitución de sus cultivos y enviaron el ejército a destruirlos; la lucha de los trabajadores especialmente los tercerizados en sus manifestaciones, bloqueos y mítines contra las terribles condiciones de superexplotación; como lo hicieron los pilotos de Avianca en su valerosa huelga…

Todas estas son la muestra vívida del pueblo rebelde que en el 2017, no se rindió ni se vendió muy a pesar de los cantos a la paz y a la conciliación con sus enemigos, y enfrentando los feroces ataques de las fuerzas represivas del Estado y los grupos paramilitares ahora llamados Bandas Criminales que siguen actuando con patrocinio de las fuerzas oficiales y continúan siendo financiados por los grupos monopólicos.

El 2017 terminó con nuevos gestos de indignación y rebeldía frente al despropósito de la rebaja real del salario mínimo. Indignación frente a la traición abierta de los falsos representantes de los trabajadores de las centrales sindicales y frente al gobierno representante de los explotadores.

Todo indica que el 2018 será de nuevos y más grandes conflictos como anuncian los primeros días del año: recrudecimiento de los enfrentamientos en el Medio Oriente; huelgas obreras en Alemania y otros países; ejecución de un capitalista desalmado en China a manos de sus trabajadores, entre otros sucesos.

Apenas iniciando ya hemos observado enfrentamientos de los indígenas del Cauca con fuerzas del ejército y la policía, levantamiento en el Urabá antioqueño contra los nuevos peajes, convocatorias a preparar el Paro Nacional Indefinido por aumento real de los salarios de los trabajadores... en fin, la lucha de clases más aguda en Colombia en medio de una nueva farsa electoral donde los poderosos decidirán quienes aplastarán al pueblo desde el parlamento y el gobierno, a través del programa de gobierno llamado Agenda Empresarial.

Pueblo Rebelde saluda la lucha de los obreros y los pueblos del mundo porque solo ella puede impedir una nueva guerra mundial promovida por las potencias imperialistas, porque solo ella podrá sacar la sociedad  del peligro a que la han llevado los capitalistas y garantizar la continuidad de la vida en el planeta…

Saluda la lucha de los trabajadores colombianos y la iniciativa de los revolucionarios que se proponen preparar y organizar el Paro nacional Indefinido por las reivindicaciones más sentidas del pueblo laborioso.

A la oscuridad que ofrece el capitalismo imperialista el Pueblo Rebelde puede forjar la luz de un mundo nuevo.

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