sábado, 20 de enero de 2018

Aclaraciones Necesarias Sobre cómo se establece el Salario Mínimo

¿Por qué la negociación del salario mínimo cada año entre el gobierno, los gremios económicos de los patrones y los jefes de las centrales sindicales es una farsa?

Cada año se sientan a discutir teniendo como parámetros lo que ordena la Ley (Según la Constitución Política y la Ley 278 de 1996: La Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales, establecida en el artículo 56 de la Constitución Política, tiene la función de: Fijar de manera concertada el salario mínimo de carácter general, teniendo en cuenta que se debe garantizar una calidad de vida digna para el trabajador y su familia...): la meta de inflación fijada por el Banco de la República para el año siguiente, la productividad, la contribución de los salarios al Producto Interno Bruto  PIB y el índice de precios al consumidor  IPC. Es decir, nada que ver con las necesidades de los trabajadores y sus familias sino con los negocios de los capitalistas.

Esto quiere decir que aun cuando los representantes de los trabajadores sean defensores honrados de sus intereses y no vendeobreros como lo son las camarillas dirigentes de las centrales sindicales, JAMÁS saldrá de la tal negociación un alza real de los salarios. Este es el primer engaño de la farsa.

Pero el segundo engaño consiste en la bellaquería de los jefes de las centrales sindicales por cuanto en lugar de llamar a la movilización, al paro y a la huelga, cumplen bien el papel de agentes de los capitalistas, presentando protestas y cuando más retirándose de la mesa y tratando de aparecer como defensores de los trabajadores sabiendo que el gobierno fijará el salario mínimo por decreto según lo establece el inciso 2º del artículo 8 de la Ley 278 de 1996: “Cuando definitivamente no se logre el consenso en la fijación del salario mínimo, para el año inmediatamente siguiente, a más tardar el treinta (30) de diciembre de cada año, el Gobierno lo determinará teniendo en cuenta como parámetros la meta de inflación del siguiente año fijada por la Junta del Banco de la República y la productividad acordada por el Comité Tripartito de Productividad que coordina el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (hoy Ministerio del Trabajo); además, la contribución de los salarios al ingreso nacional, el incremento del Producto Interno Bruto (PIB) y el Índice de Precios al Consumidor (IPC)”.

Es decir, circo, burla y engaño para los trabajadores a conciencia de que jamás en la farsa de cada año se logrará un alza real de los salarios. En eso consiste el papel de los jefes patronales: engañar a los trabajadores y disuadirlos de luchar.
Esta es la razón por la cual el poder adquisitivo del salario es cada vez menor a pesar del aumento de cada año; como cínicamente reconoce el traidor Julio Roberto Gómez de la CGT, al declarar que el salario mínimo debía estar en al menos un millón seiscientos mil pesos para garantizar la calidad de vida digna de los trabajadores.

Pero además la inflación, la productividad y demás mentiras de los capitalistas no tienen nada que ver con el salario. Pues el salario es una relación social donde los trabajadores venden su capacidad física y mental (fuerza de trabajo) a los capitalistas durante una jornada (tiempo de trabajo) a cambio de un pago. En el transcurso de la jornada los trabajadores recuperan no solo lo que los capitalistas les entregan como salario sino además, obtienen un remanente o ganancia que se embolsillan sin trabajar. Ese es el secreto de la explotación capitalista.

Ahora bien, el valor de la fuerza de trabajo está determinada como se determina el valor de todas las mercancías: por el tiempo de trabajo que gasta la sociedad en su conjunto para producirla (tiempo socialmente necesario). Esto es, lo que necesita la familia del trabajador para producir, desarrollar, mantener y perpetuar la fuerza de trabajo: alimentación, vivienda, vestido, crianza y educación de los futuros trabajadores…
Por consiguiente del salario sale, no solo la cantidad de dinero que recibe el trabajador cada semana, quincena o mes, sino también lo que sale para pagar salud, pensión, transporte, subsidio familiar, Sena, educación, etc. Por consiguiente el aumento de la contribución directa de los trabajadores en esos rublos constituye una rebaja del salario, como también lo es la rebaja de las mesadas pensionales y el aumento de la edad de jubilación. La pensión no es un regalo de los capitalistas, sino salario acumulado por los trabajadores pero entregado a los fondos de pensiones (capital financiero) para agrandar sus ya abultadas ganancias, y devuelto al trabajador en pequeñas cuotas mensuales mientras muere.

En las condiciones de Colombia, el salario no alcanza para el sostenimiento del trabajador y su familia como sucede en los países imperialistas y por eso cada vez más miembros de la familia se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para garantizar su subsistencia o tienen que someterse a trabajar horas extras o a redondear el salario con las ventas ambulantes. A esto se agrega que la parte de los trabajadores asalariados (la clase obrera activa) debe sostener a los desempleados (ejército de reserva), sufragar los gastos de la burocracia estatal ladrona y corrupta pagando impuestos directos e indirectos, y de remate sostener al creciente número de personas que son desechadas por la sociedad (delincuentes, mendigos, habitantes de la calle); por todo esto se dice que las condiciones de los trabajadores en Colombia no son solamente de explotación sino de superexplotación.

Esta situación se presenta, porque en esa relación social entre trabajadores asalariados y capitalistas holgazanes intervienen no solo las condiciones que impone la oferta y la demanda (si hay mayor oferta rebajan los precios de las mercancías y si existe mayor demanda suben, a la que no escapa el salario); donde el ejército de desempleados proporcionado en Colombia en los últimos años por los miles de despidos de las empresas, los millones de desplazados y la inmigración de alrededor de 300 mil trabajadores venezolanos, toda esa masa de fuerza de trabajo que los capitalistas no utilizan a pesar de que son la fuente de sus ganancias, presiona la rebaja general de los salarios; a lo que se agrega la división de los trabajadores patrocinada por los capitalistas y los jefes de las centrales sindicales que les sirven, dividiendo a los trabajadores en tres centrales sindicales patronales y en miles de sindicatos sin fuerza que no alcanzan a cobijar el 4 por ciento de los asalariados, promoviendo la conciliación, la concertación y la mentira de la paz social, mientras los capitalistas amparados por el Estado y sus instituciones, restringen la libertad de organización y el ejercicio de la huelga, persiguen las organizaciones obreras, penalizan su lucha, encarcelan y en ocasiones asesinan a los dirigentes honestos.

La razón por la cual el salario no alcanza y se mantiene la superexplotación de los asalariados no obedece a las mentiras que esgrimen cada año los explotadores, sino al nivel de unidad, organización y lucha de los  trabajadores. En otras palabras, si los trabajadores luchan unidos y organizados aumentan los salarios y disminuye la ganancia de los capitalistas como se demuestra en cada huelga, pero si no lo hacen, los capitalistas cada vez más aumentarán la explotación hasta llegar a obtener trabajo gratis, como sucede en algunas maquiladoras donde existen períodos de inducción de hasta un mes en que los trabajadores no reciben salario y el personal es cambiado permanentemente.

Para frenar la avaricia de los capitalistas y mejorar las condiciones de existencia de los trabajadores es necesario conquistar un ALZA GENERAL DE LOS SALARIOS y ello solo puede conseguirse con la lucha general de los asalariados, con la movilización general en las calles y con el paro nacional indefinido, forma de lucha conocida en el movimiento obrero como Huelga Política de Masas.

No es cierto que el alza de salarios genera inflación. La inflación consiste en el aumento de los precios de las mercancías y simplemente indica la pérdida del poder adquisitivo del dinero. De hecho, cada año aumentan los precios de las mercancías sin que el salario aumente en igual proporción.

Los economistas burgueses argumentan que el alza general de salarios produce inflación, porque consideran errónea e interesadamente que los precios de las mercancías se regulan o determinan por los salarios, pero esto es una fantasía y una mentira. Los precios de las mercancías son la expresión en dinero del tiempo de trabajo invertido en su producción. Incluso en ramas de la producción donde los salarios son más altos las mercancías son más baratas como es el caso de Ecopetrol y El Cerrejón si se comparan con las extractoras de oro y de carbón en socavones donde los salarios son miserables.

Argumentan además que el mayor ingreso de los salarios aumentaría la demanda de productos de primera necesidad y dispararía los precios de estas mercancías, pero esto tampoco es verdad. Un alza general de los salarios les permitiría a los trabajadores acceder a las mercancías a las que no tiene acceso y de las cuales, sobre todo en estas épocas de crisis, las grandes bodegas se encuentran atiborradas. Por el contrario, el alza general de los salarios dinamizaría el movimiento general de las mercancías y de todo el capital facilitando su reinversión sin afectar la economía de conjunto. Lo que sí haría el alza general de los salarios sería disminuir la cuota de ganancia de todos los capitalistas, es decir la proporción entre el capital desembolsado en salarios y el total de la ganancia.

Otra de las trilladas mentiras de los defensores de la esclavitud asalariada es que el alza de salarios desestimula la inversión. Todo lo contrario,  no solo por lo dicho arriba en el sentido de que el alza de salarios dinamizaría el movimiento del capital en su conjunto, es decir de la economía del país, sino que sería uno de los mejores estímulos para que los capitales se reinvirtieran en la producción de mercancías y se abrieran nuevas industrias no solo para satisfacer la demanda de mercancías antes negadas a los trabajadores, sino para aumentar la masa o volumen de la ganancia de los capitalistas, compensando así la cuota perdida con el aumento de los salarios.

Por tanto tampoco es cierto que el alza de salarios reduce la productividad. La productividad no está determinada por el salario sino por la forma como se produce (la maquinaria y herramientas usadas  la técnica, el trabajo calificado o no, por la cercanía o no de las materias primas, por la velocidad del transporte de las mercancías) y es estimulada por la competencia entre los distintos capitalistas. Y en lugar de frenarla, el alza general de los salarios estimularía esa competencia obligando a los capitalistas a innovar, a tecnificar aún más los procesos y a producir más cantidad en menor tiempo, aunque ello lleve también reducir el valor de todas las mercancías.

Este hecho no es más que la expresión de la ley general de que el valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo invertido en ella y de que la cantidad de trabajo invertido depende enteramente de la fuerza productiva del trabajo empleado, variando por tanto al variar la productividad del trabajo.
Otra gran falsedad, es que el alza de salarios agrava la crisis económica y genera más desempleo. Algunos de los mismos burgueses ilustrados como Keynes plantearon desde mediados de los años 30, que en las crisis económicas solamente podían aumentarse el empleo y el ingreso total incrementando los gastos y la inversión; y demostraron que si en época de crisis de suben los salarios y se aumentan los puestos de trabajo, los capitalistas tienen la posibilidad de realizar las mercancías estancadas y acelerar el proceso de circulación del capital consiguiendo reinvertirlo y con ello aumentar el número trabajadores en activo. Demostraron además que si el Estado interviene en la regulación de la economía e invierte directamente contribuye a dinamizar la economía y paliar la crisis.

De hecho, los subsidios al desempleo (hasta hace poco mantenidos en los países imperialistas), los fondos de vivienda para obreros, los fondos para la salud y la educación públicas (que son salario también aun cuando no aparezcan como tal), sirvieron para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores en todo el mundo sin convertirse en amenaza de la ganancia de los capitalistas y mucho menos en causantes de las crisis que son ocasionadas no por el alza de los salarios sino por la contradicción entre la producción cada vez más social y la apropiación cada vez más privada de lo producido y por la anarquía de la producción capitalista.

En resumen, el alza general de los salarios se reduce a la fuerza que tengan los capitalistas para impedirla o a la fuerza que adquieran los trabajadores para conquistarla; es decir, a la lucha de clases y no a la concertación o conciliación; a la lucha sin tregua y a la guerra de clases y no a la mentirosa paz social, de ahí que los trabajadores solo pueden confiar en la fuerza que se deriva de su unidad, de su organización y de su lucha.

¡Por alza general de salarios a las calles y al paro nacional indefinido!

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