lunes, 29 de octubre de 2018

El Venezolano y el Colombiano son Pueblos Hermanos


Es hora de detener todo tipo de manifestación de xenofobia contra el pueblo venezolano. El odio lo quieren inyectar en las cabezas del pueblo colombiano los gobernantes y ricos del país por medio de sus medios de comunicación. Es política de Estado culpar al desplazamiento de los hermanos venezolanos por los problemas propios del capitalismo en Colombia. El desempleo, la inseguridad, los bajos y paupérrimos salarios, las terribles condiciones laborales, etc., no son culpa de las familias venezolanas que huyen de la crisis que se vive en Venezuela. Esa situación se vive desde mucho tiempo antes del actual éxodo del pueblo venezolano. Aquí los culpables de la crisis que se vive en ambos países, son los ricos que como parásitos sociales viven del trabajo ajeno de la mayoría de la población trabajadora del campo y la ciudad. Los culpables son los mismos que de lado y lado de la frontera se preparan para una guerra auspiciada tanto por el imperialismo estadounidense como por los imperialistas rusos y chinos. Los culpables de la tragedia del pueblo son los ricos que buscan enemistar a los pueblos para que al final se desencadene una guerra en la cual los muertos los pongan los obreros y campesinos de lado y lado.
Para ello, se han propuesto enemistar a ambos pueblos, promoviendo ideas atrasadas que prenden en un sector del pueblo. Dichos o frases como "venecos", "nos quitan el trabajo", "son delincuentes", "¡váyanse a su país!", "están regalando el trabajo" entre otras, son comunes en redes sociales o conversaciones cotidianas. Sin embargo, también se escuchan voces de apoyo y solidaridad ante esta tragedia social que son las que deben predominar socialmente, pues los venezolanos que llegan al país caminando cientos de kilómetros, dejando a sus familias y amigos no lo hacen por gusto o porque quieran afectar a los colombianos, pero además, porque no importa la nacionalidad de los desarraigados, son hermanos de clase con idénticos intereses y enemigos.
La solidaridad se puede expresar en cosas tan sencillas como no despreciarlos, no verlos cómo si fueran delincuentes, no hacerles comentarios xenófobos y respetarlos a ellos y a sus familias. El movimiento sindical y popular debe acoger a estos hermanos,  darles la mano, formarlos en cuanto a los derechos que tienen y convertirlos en fuerza organizada para resistirle al capital pues la mayoría de ellos van a engrosar las filas obreras en los emporios económicos de los capitalistas. Políticamente es necesario que el pueblo de ambos países se hermane, busque la unidad y la organización, no en torno a la defensa de la patria de los ricos, sino, alrededor de la lucha en contra de los opulentos, de la guerra que quieren crear y de ambos Estados que están en contra de los intereses de los más de abajo de la sociedad.

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