Debates
electorales: un capítulo más de la farsa electoral
Debate va, debate viene. Por regiones,
el de los jóvenes, el de una universidad, el de otro canal…en fin, para todos
hay un debate y así subir la audiencia y sus ganancias. Esta farsa electoral se
nutre también del espectáculo mediático: que aquel le dijo esto al otro, que
las barras de x candidato se pelearon con los seguidores del candidato y, que
si zutano se deja la camisa por fuera o si mueve mucho las manos…en fin, los
debates que se han dado y los que faltan por venir, nutren la farsa electoral y
el morbo de una parte de la sociedad que amplifica este tipo de espectáculos y
que al final, no le dejan ningún provecho a la sociedad, pues a pesar de los “geniales”
y “radicales” discursos de todos los candidatos, no sobra aclarar que el pueblo
no elige quien va a ser el próximo presidente de Colombia.
No elige el pueblo sino los ricos, porque
es su democracia y son ellos los que eligen realmente al próximo presidente que
tiene que favorecer sus intereses particulares, no los intereses de toda la
sociedad|. El pueblo rebelde no elige porque gracias al desprestigio de esta
democracia, la abstención electoral se ha sostenido históricamente hasta convertirse
hoy en día en la tendencia mayoritaria cada vez que hay elecciones
presidenciales o parlamentarias. El pueblo rebelde decidió luchar para
conquistar sus exigencias, pero aún lo hace de forma desperdigada y sin una
plataforma y organización que una los conflictos en uno solo contra el Estado
de los ricos.
Los aspirantes a administrar los
negocios de los ricos pueden decir “hasta mico” en los debates, pero “a la hora
del té” saben que deben gobernar y legislar para favorecer los intereses de una
minoría parásita que no va a permitir que ningún gobernante altere desde el
Estado de los oligarcas, la superexplotación asalariada ni la propiedad privada
sobre los medios para producir su riqueza –ni siquiera en grado- (como
máquinas, tierras, materia prima, etc.), pues si algún candidato lo intenta,
será reprimido con la fuerza de la bota militar o paramilitar, como ya sucedió
en el pasado con Allende en Chile donde los politiqueros de “izquierda” desarmaron al pueblo y les
impidieron movilizarse con el argumento de “no
provocar” a los oligarcas de ese país, lo que llevó al desenlace que todos
conocemos: la imposición de la dictadura militar encabezada por Pinochet.
Al final los debates no deciden nada,
solo hacen parte de un show en el que los partidos que se dicen del pueblo y
llaman a votar, legitiman de esta forma la dictadura de los de arriba. En vez
de acoger el llamado de depositar su voto en una estrecha caja de cartón, que
es donde permanecen al final las aspiraciones y necesidades del pueblo, los de
abajo votaron por luchar, pasando por encima de los jefes de las centrales
sindicales y de los partidos politiqueros que han contenido la rebeldía del
pueblo, pues buscan adornar el capitalismo asesino (Polo, Moir, PCC,
Progresista, Liberal) haciéndolo más “democrático”
y “humano”.
El llamado entonces es a preparar
con decisión un gran Paro Nacional Indefinido de todo el pueblo, que se
proponga por medio de asonadas, bloqueos y enfrentamientos directos con los
perros guardianes del capital, ganar mejoras en sus condiciones materiales de
vida para combatir al capitalismo, fuente de la superexplotación y opresión que
hoy vive el pueblo colombiano.
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