miércoles, 16 de octubre de 2019

La Táctica del Proletariado en las Elecciones de Octubre

El próximo 27 de octubre el Estado representante de burgueses, terratenientes e imperialistas, llama a las urnas a todos los ciudadanos aptos para votar, para que supuestamente elijan alcaldes, gobernadores, diputados, concejales y ediles para el periodo 2020 – 2023. Ante este llamado de los representantes del Estado capitalista cabe preguntarse: ¿qué debe hacer la clase obrera?, ¿cuál es la actitud correcta y revolucionaria?, ¿qué hacer con los supuestos amigos del pueblo que se lanzan para ser elegidos?
Para dar respuesta a estas preguntas hay que tener en cuenta las diferentes posiciones respecto a las elecciones: los partidos políticos que participan en la contienda electoral dicen que estamos mal porque la gente no vota y siempre quedan los mismos, pero, ¿es eso cierto? ¡NO! La situación de miseria, la rebaja de salarios, los contratos de mentiras, la agudización del terrorismo estatal, la continuación de la guerra con despojo violento de los pobres del campo, la depredación de la naturaleza, la violencia contra mujeres y niños, la privatización de la salud y la educación, la reforma pensional y en general las medidas en contra de los desposeídos ¡no son culpa de los millones de personas que no votan! Es la situación propia de un sistema en decadencia que solo puede ofrecer las peores condiciones de vida a los productores de la riqueza que a su vez se concentra en pocas manos.
El pueblo sufre esta terrible situación porque el Estado actual, es una máquina de opresión y explotación al servicio de los capitalistas y terratenientes usada para ejecutar su dictadura contra la mayoría trabajadora. En ese sentido, la máquina –Estado– necesita operarios para que funcione, los cuales pueden ser cambiados cada cierto tiempo, pero en esencia, la máquina sigue siendo la misma y cumpliendo la misma función. En otras palabras, el Estado capitalista es una máquina que necesita funcionarios que hacen las veces de operarios y que tienen como objetivo ponerla en marcha para el beneficio exclusivo de los monopolios económicos, de los burgueses, terratenientes e imperialistas y si para ello deben garantizar el funcionamiento de esa máquina usando las fuerzas armadas –que son su pilar central– en contra del pueblo, no van a dudar en hacerlo. Por eso, las elecciones son apenas una careta democrática de la dictadura de los ricos, no importa el operario que nombren los monopolios, pueden ser “los mismos de siempre” o los “nuevos”, lo seguro es que queden quienes queden, deben cumplir los planes trazados por los “dueños del aviso” que son los grandes industriales, banqueros, comerciantes, mafiosos y terratenientes del país, y los imperialistas; de ahí que el camino electorero como solución a los problemas que vive la clase obrera en carne propia bajo el sistema capitalista, es una ilusión.
Así las cosas, participar en elecciones requiere por parte de los revolucionarios un serio análisis concreto de la situación actual. Al ser las elecciones un evento de la lucha entre las distintas facciones de la burguesía y los terratenientes por el control del Estado, el proletariado debe analizar cómo se puede aprovechar cada llamado a elecciones para hacer avanzar la revolución, para que progrese el cambio radical que necesita la sociedad, para poner todo lo que se produce material e intelectualmente al servicio del pueblo y no al servicio de los capitalistas, terratenientes e imperialistas, como sucede hoy día; en otras palabras, los revolucionarios deben analizar cada proceso electoral para determinar cómo aprovecharlas para que sirvan a la estrategia del proletariado, es decir para avanzar en la lucha para destruir el Estado de los explotadores.
Para los obreros y campesinos, la estrategia es la gran tarea que tienen como clase social, o la gran misión histórica que tienen ante sí, la cual es destruir el poder político y económico de burgueses, terratenientes e imperialistas representado principalmente en su Estado, para construir sobre sus escombros el Estado de obreros y campesinos; todo ello como primer paso hacia una sociedad sin Estado ni clases sociales; esto es, para construir la sociedad socialista en marcha al comunismo.
Para llegar a ello se necesitan una serie de cambios, unos de cantidad, otros de calidad o atributos, en otras palabras, unos cuantitativos, otros cualitativos. Dichos cambios no son graduales o pacíficos, todo lo contrario, son violentos, a saltos, con una dirección establecida, esos cambios para cumplir la estrategia representan la táctica, la cual a su vez es flexible porque tiene que ver con las vías, los medios, formas y procedimientos de lucha que mejor sirvan al éxito estratégico. Por eso, siempre ante las elecciones, el pueblo y sobre todo los comunistas revolucionarios deben preguntarse ¿cuál debe ser la mejor actuación política para que sirva al cumplimiento estratégico? En ese sentido, estas elecciones no deben ser la excepción, requieren de análisis concreto para determinar cómo actuar para que sirvan al objetivo estratégico del proletariado.
En esa tarea de analizar la realidad no hay que dejarse confundir. Hay jefes de los partidos supuestamente de izquierda que posan de revolucionarios en sus discursos, incluso en el parlamento como Robledo o los jefes del falso Partido Comunista (conocido como mamerto) quienes plantean que “las elecciones son una forma de lucha del pueblo” y siempre llaman al pueblo a acudir a las urnas. Ellos no están equivocados en cuanto a que las elecciones son también una forma de lucha, el problema está en cómo aprovecharlas para acercar los objetivos del proletariado; en si la participación con candidatos alarga o no el camino hacía el cumplimiento del objetivo estratégico, en si ello sirve o no a la lucha de las masas, o si por el contrario la desvía hacia la confianza en sus enemigos.
Lo cierto es que la táctica es flexible y debe siempre reconocer y analizar que no hay recetas o modelos rígidos para decretar la mejor forma de lucha del pueblo en contra de sus enemigos. Es por eso que en general hay diversas formas de lucha de las masas: armada, electoral, huelguística… todo depende del análisis que las diferentes clases hacen de la situación concreta y, en particular, depende del análisis que el proletariado organizado haga de la etapa o del momento táctico en que se encuentre la revolución, y para el caso concreto de las elecciones de octubre no es el camino de las urnas el que en este momento le sirve a la lucha de masas.
Pero además las actitudes de quienes actualmente participan en el parlamento también confunden, por ejemplo, con la agudización del terrorismo de Estado en el gobierno uribista de Duque, la oposición oficial denuncia ese terrorismo estatal, de hecho llama a luchar por mejores salarios y demás. Sin embargo, hay que establecer una diferencia grandísima respecto a la denuncia y los llamados que hacen los revolucionarios en ese mismo aspecto, aunque en apariencia sea lo mismo. Por un lado, los jefes de los partidos políticos que representan a la pequeña burguesía o pequeños propietarios, anhelan perfeccionar el Estado de los ricos dejando sus bases intactas; es decir, pretenden perpetuar la opresión y explotación que los ricachones ejecutan en contra del pueblo pero de una forma más “humana” y “democrática”; ellos no quieren destruir la máquina sino perfeccionarla e incluso ponerle un operario de sus entrañas, a eso se le llama reformismo. De otro lado, los revolucionarios llaman a la lucha por reformas, lo cual está dentro de la táctica, pero sólo en la medida en que éstas sirven a la estrategia; es decir, si sirven para mejorar las condiciones laborales, de vivienda, salud, educación, de restitución de tierras para el pueblo, etc., reformas que sirvan a los obreros y campesinos para luchar en mejores condiciones físicas e intelectuales y de mejor forma, por la destrucción del vetusto aparato de opresión y explotación que es el Estado capitalista.
Otra forma de confundir respecto a cómo actuar en las elecciones es la que adoptan algunos compañeros que se muestran radicales y siempre llaman a votar y otros, siempre llaman a no votar, incluso a ser “apolíticos”, lo cual no es correcto; por un lado, porque eso sería tomar la participación en las elecciones como algo de principios o como algo rígido que no se debe modificar. Ello no corresponde a la flexibilidad en la táctica que se exige de los dirigentes revolucionarios, pues determinar si se participa o no en elecciones, incluso con candidatos propios, debe corresponder –como ya se ha dicho- al análisis de la situación histórica concreta que incluye la situación económica, política, de costumbres, etc., teniendo siempre presente que hacer una cosa u otra ya es como tal una actitud política; incluso si la decisión es adoptar la abstención electoral –no política– como forma de lucha determinada. Por otro lado, el supuesto apoliticismo no existe, todas las actitudes frente a los asuntos del Estado son políticas. Lo que sí es algo de principios entre los revolucionarios es que siempre se está obligado a participar, ya sea boicoteando las elecciones, con campañas políticas anti-electorales o, con candidatos propios para convertir la actitud pasiva del pueblo en fuerza para la revolución que destruya los cimientos del Estado de los opulentos, y cualquiera que sea la forma en que se participe debe ser no para mejorar o perfeccionar el Estado capitalista ¡sino para destruirlo!
Tampoco hay que dejarse despistar por quienes llaman a combinar todas las formas de lucha, pues son llamados guiados bajo las banderas de la política reformista, aquella que quiere perfeccionar la dictadura de los ricos sobre el pueblo; son llamados que aceptan de palabra la lucha de masas, pero en la práctica la utilizan solamente para sus propósitos que no van más allá de una u otra reforma, dicho sea de paso, han sido casi nulas con esa forma de lucha; además son llamados que desconocen la desconfianza del pueblo en la democracia de los ricos y el repudio a la politiquería, expresada en la masiva abstención electoral; desconocen que al pueblo poco o nada le interesan los discursos demagógicos que se gastan los reformistas en el desprestigiado Congreso porque instintivamente los relacionan con habladera de paja de una gente que gana millones de pesos mensualmente a costa del trabajo de las masas y donde al final sus denuncias y parloteos terminan en nada. Son en últimas llamados de una gente que posa de revolucionaria pero no hace nada por desprestigiar el Estado de dictadura contra el pueblo desde su posición privilegiada, como sí lo hicieron los bolcheviques guiados por Lenin hace poco más de un siglo en Rusia coadyuvando al desarrollo de la Revolución de Octubre de 1917 cuando se estableció la República de los Soviets, primer Estado de obreros y campesinos en la historia de la humanidad.
Otro aspecto que utilizan los politiqueros para confundir al pueblo es la afirmación de que quienes no votan son apáticos o indiferentes, por lo tanto, concluyen que a la gente en general no le interesa la política, lo cual es un error. La actitud mayoritaria del pueblo que no vota se debe a que ya está cansado de la corrupción, de las promesas sin cumplir, de los carteles –de la toga, de los pañales, de la hemofilia-, de la parapolítica, del asesinato selectivo de dirigentes y luchadores del pueblo. No es muestra de indiferencia porque los de abajo luchan espontáneamente en las calles contra los abusos de los capitalistas y su podrido Estado, es decir, aún ese inconformismo no pasa de conflictos por conquistar algunas reformas, de forma desorganizada y sin una plataforma de lucha común. Sin embargo, esos choques entre el pueblo y las fuerzas asesinas del Estado son muy valiosos pues representan la lucha aguda entre las dos clases principales en la sociedad: la burguesía y el proletariado, o entre los dueños de los medios de producción y los esclavos asalariados del campo y la ciudad. Además, son muestras explícitas del ascenso sostenido del movimiento revolucionario del pueblo que representa el camino correcto para conquistar las reivindicaciones de las masas y que por décadas se ha impuesto al inútil camino reformista de la politiquería que llama a las urnas para elegir a los “menos malos” para que “roben pero que hagan”, una consigna derrotista que no le permite ver al pueblo las grandes perspectivas que hay ante sí, si se decide a luchar organizada y conscientemente en la forma de un gran Paro Nacional Indefinido, forma que adopta hoy la Huelga Política de Masas, la lucha política de las masas que por más de una década ha sido constante.
Es ese entonces el camino que imponen las masas en las calles, el de la Huelga Política de Masas, concretado en huelgas económicas y políticas, manifestaciones, bloqueos y combates callejeros que deben ser concentrados en un gran paro masivo en las principales ramas de la economía –industria, comercio, transporte, finanzas–, cuyas demandas no solo son económicas sino que están dirigidas contra la dictadura del Estado de los capitalistas, socios y lacayos de los imperialistas. Por ello los revolucionarios llaman al pueblo a prepararse para la lucha y eso se concreta en la conformación de Comités de Paro o de Lucha por todas las ciudades y pueblos del país. Por eso los revolucionarios participan en las elecciones impulsando la Campaña Política Anti-Electoral que contribuya a transformar la abstención electoral en lucha consciente y revolucionaria contra el Estado capitalista, llamando al pueblo a no apoyar la farsa electoral y la dictadura de los ricachones con su voto, sino a impulsar la lucha directa y la organización del Paro Nacional Indefinido.
Las luchas por las reivindicaciones generales de la clase obrera y el pueblo no son solo de por sí políticas, sino que además sirven para facilitar el aprendizaje del pueblo en la preparación de la Guerra Popular, forma de lucha armada en que las amplias masas combaten contra sus enemigos de clase para destruir su poder político, económico y militar y construir el Estado Socialista de Obreros y Campesinos, en el que la fuente del poder está en la iniciativa directa de las masas desde abajo, soportada en el armamento general del pueblo o lo que es lo mismo, en las organizaciones de los obreros y campesinos armados para defender los intereses comunes de la gran mayoría de la sociedad. Un Estado cuya democracia sí es real para el pueblo, pues las decisiones se toman por la base y los órganos del nuevo Estado son legislativas y ejecutivas a la vez, los funcionarios son elegibles y removibles en cualquier momento y sin privilegios. Una nueva forma de Estado que garantice con el poder del pueblo armado suprimir el derecho a la explotación del hombre por el hombre, donde el trabajo por horas y las largas jornadas laborales serán cosas del pasado, la propiedad privada sobre las fábricas y grandes fincas no existirá más, donde se producirá planificadamente según las necesidades de la sociedad y no para satisfacer el apetito de ganancia de unos pocos. Esa es la democracia que le espera a los obreros y campesinos si se lanzan a la lucha por su liberación.
Pero además de la lucha directa, organizada y en contra del Estado capitalista, es necesario concretar la tarea central para los revolucionarios en este periodo: la construcción del partido político del proletariado. Un partido revolucionario de verdad que actúe con independencia del Estado de los explotadores y de la politiquería. Que tenga como objetivo dirigir la lucha de los desposeídos en contra de los burgueses, terratenientes e imperialistas, haciendo conciencia entre las masas del carácter del Estado de los ricos. Un partido cuyo propósito sea organizar y dirigir la lucha independiente y directa del pueblo, aislando la nociva influencia del reformismo sobre el movimiento de masas que invita a la conciliación y la concertación entre las clases antagónicas de la sociedad. Que oriente a los jefes de las masas para dirigir acertadamente la Guerra Popular, lucha política que adopta la vía armada como forma de confrontar a los enemigos centenarios de los obreros y campesinos, y cuyo propósito es resolver a favor del pueblo la contradicción entre explotadores y explotados. Esas son las tareas en este momento táctico, todo lo demás solo ayuda a desviar al proletariado del camino revolucionario que garantizará mejores condiciones de vida y con ello mejores condiciones de lucha para su emancipación definitiva.

Mensaje de despedida

Gracias a todos nuestros seguidores por su apoyo. Desde mañana sumamos esfuerzos con los compañeros de Revolución Obrera (@mlm_red) Visiten ...